miércoles, 21 de julio de 2010

PUESTA DE SOL



Como tantas otras tardes, a la caída del sol, dejo cualquier cosa que pueda estar haciendo, por muy importante que parezca ser…no lo es tanto como alimentarme de esa energía tan especial que me da la puesta de sol en la marina.

Y allí estamos, el sol y yo…la gente pasa, la música suena de fondo…a los primeros, casi no los percibo, la música, imposible de ignorar…y si es bella, se sienta conmigo en el asiento siempre vacío de al lado.

Miro, contemplo, respiro, sonrío, descalzo mis pies, siento el frescor del césped en las plantas…es como si estuviera desnuda…nada me oprime, la brisa mueve mi pelo y…me acaricia el alma.

Cierro mis ojos, vuelo, sueño, los abro y…me embriago del maravilloso espectáculo que me ofrece la naturaleza. La silueta de un olivo, el manto verde de las copas de los pinos, el azul del cielo…el agua de la ría, cada día de color diferente, y el sol…

Aún está alto, y es amarillo, pero baja silenciosamente y se va tornando anaranjado…mientras, siento como soy capaz de respirar por mi ombligo, hueco recóndito de mi ser por donde empecé a alimentarme, conducto primario de vida que vuelve a sentir como esta no para de filtrarse incansablemente por él.

Y se esconde…entonces aparece la luz más hermosa…y la ría se torna de rosados, es cuando pienso…aún le queda a mi ser la luz más bella, la del ocaso…

Ya se fue, y las nubes se convirtieron en montañas rocosas de tierra semirrojiza, pareciera el cañón del colorado, traído para mí desde tierras lejanas.

Que inmensidad la del universo y que pequeña me siento…aún más que los pájaros que vuelan a dormir a la isla del vinagre y se perciben como pequeños puntitos voladores…ellos me verán a mi también, allí sentada, menuda, insignificante…

Pero, sin embargo…al percibir lo frágil que soy…más afortunadamente inmensa me siento.

lunes, 19 de julio de 2010

EL PASEO FUE CORTO...



El paseo fue corto, quizás demasiado…y como dice Drexler en su canción “solo quería verme bailar”.

Me hizo bailar…y tanto, ya es raro que me salga ese “Don de fluir” para dos, generalmente se produce en la más pura intimidad de mi soledad.

Bailé como quien respiraba, y mi corazón latió a dos ritmos, el de mi baile y el de las mariposas rosas flotantes entre la espuma…

Resultó ser aquel tipo callado, cuyos silencios resultaban infinitos, y que cuando habló dijo “gracias, pero yo no bailo”.

Paseante de paso, cuyos pasos fueron lentos para mi ritmo de baile, y veloces hacia la huida…

Ahora, ya tranquila y completamente serena, puedo pasar otra página del libro. Vuelve una página en blanco…

Lo mejor, a pesar de todo, descubrir que aún tengo capacidad de iniciar un nuevo baile…y pararlo, cuando se cruza en el camino un músico que no lo hace.